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sábado, 31 de octubre de 2009

La práctica de la higiene industrial

Las etapas clásicas de la práctica de la higiene industrial son las siguientes:

• identificación de posibles peligros para la salud en el medio ambiente de trabajo;
• evaluación de los peligros, un proceso que permite valorar la exposición y extraer conclusiones sobre el nivel de riesgo para la salud humana;
• prevención y control de riesgos, un proceso que consiste en desarrollar e implantar estrategias para eliminar o reducir a niveles aceptables la presencia de agentes y factores nocivos en el lugar de trabajo, teniendo también en cuenta la protección del medio ambiente.

El enfoque ideal de la prevención de riesgos es “una actuación preventiva anticipada e integrada”, que incluya:

• evaluación de los efectos sobre la salud de los trabajadores y del impacto ambiental, antes de diseñar e instalar, en su caso, un nuevo lugar de trabajo;
• selección de la tecnología más segura, menos peligrosa y menos contaminante (“producción más limpia”);
• emplazamiento adecuado desde el punto de vista ambiental;
• diseño adecuado, con una distribución y una tecnología de control apropiadas, que prevea un manejo y una evacuación seguros de los residuos y desechos resultantes;
• elaboración de directrices y normas para la formación del personal sobre el correcto funcionamiento de los procesos, métodos seguros de trabajo, mantenimiento y procedimientos de emergencia.


La importancia de anticipar y prevenir todo tipo de contami- nación ambiental es decisiva. Por fortuna, existe una creciente tendencia a considerar las nuevas tecnologías desde el punto de vista de los posibles impactos negativos y su prevención, desde el diseño y la instalación del proceso hasta el tratamiento de los residuos y desechos resultantes, aplicando un enfoque integral. Algunas catástrofes ambientales que se han producido tanto en países desarrollados como en países en desarrollo podrían haberse evitado mediante la aplicación de estrategias de control y procedimientos de emergencia adecuados en el lugar de trabajo.
Los aspectos económicos deben analizarse en términos que van más allá de la mera consideración del coste inicial; otras alternativas más caras, que ofrecen una buena protección de la salud y del medio ambiente, pueden resultar más económicas a largo plazo. La protección de la salud de los trabajadores y del medio ambiente debe iniciarse mucho antes de lo que habitualmente se hace. Los responsables del diseño de nuevos procesos, maquinaria, equipos y lugares de trabajo deberían disponer siempre de información técnica y asesoramiento sobre higiene industrial y ambiental. Por desgracia, muchas veces este tipo de información se consigue demasiado tarde, cuando la única solución posible es costosa y difícil de aplicar con efecto retroactivo o, peor todavía, cuando las consecuencias han sido ya desastrosas.

viernes, 30 de octubre de 2009

Certificación

Además de una definición aceptada de la higiene industrial y de la función que desempeña el higienista industrial, es preciso establecer sistemas de certificación para garantizar unos niveles aceptables de competencia y práctica en el campo de la higiene industrial. La certificación se refiere a un sistema formal basado en los procedimientos necesarios para adquirir y mantener los conocimientos, las destrezas y la competencia de los profesionales(Burdorf 1995).
La AIHI ha promovido un estudio sobre los sistemas nacionales de certificación que existen en la actualidad (Burdorf 1995), junto con la formulación de recomendaciones para promover la cooperación internacional con el fin de garantizar la calidad de los higienistas industriales profesionales. Entre estas recomendaciones figuran las siguientes:

• “armonización de los niveles de competencia y práctica de los profesionales de la higiene industrial”;
• “creación de un organismo internacional formado por profesionales de la higiene industrial para analizar la calidad de los actuales sistemas de certificación”.


Otras propuestas de este informe hacen referencia a aspectos como la “reciprocidad” y la “aceptación mutua de las designa- ciones nacionales, con objeto de conseguir un sistema universal con una designación aceptada a escala internacional”.

jueves, 29 de octubre de 2009

Asociación Inter nacional para la Higiene Industrial (AIHI)

La AIHI se creó formalmente en una reunión celebrada en Montreal el 2 de junio de 1987. En la actualidad, la AIHI cuenta con la participación de 19 asociaciones nacionales de higiene industrial y más de diecinueve mil miembros de diecisiete países.
El principal objetivo de la AIHI es promover y desarrollar la higiene industrial en todo el mundo para que alcance un elevado nivel de competencia profesional, a través de medios como el intercambio de información entre organizaciones e individuos, el desarrollo de los recursos humanos y la promoción de un alto nivel de práctica ética. Las actividades de la AIHI incluyen reuniones científicas y la publicación de un boletín. Los miembros de las asociaciones nacionales afiliadas son automáticamente miembros de la AIHI; también pueden afiliarse como miembros individuales, si residen en países en los que todavía no se ha implantado una asociación nacional.



miércoles, 28 de octubre de 2009

Capacidad funcional física: El sistema locomotor.

El sistema locomotor está formado por huesos, articulaciones, tejido conectivo y músculos. La natura- leza de la estructura de las articulaciones determina la gama de posibles movimientos. La rodilla, por ejemplo, tiene un grado de movimiento y estabilidad distinto al de la articulación de la cadera o el hombro. Las diferentes características de las articulaciones determinan las posibles acciones de brazos, manos, piernas, etc. También hay diferentes tipos de músculos. El tipo de músculo, si pasa sobre una o dos articulaciones y su localización es lo que determina el sentido del movimiento, su velocidad y la fuerza que es capaz de ejercer, para cada parte del cuerpo.
El hecho de que la velocidad, dirección y fuerza del músculo se puedan reconocer y calcular es de gran importancia para el diseño. Para las personas con discapacidades, se debe tener en cuenta que la localización “normal” de los músculos está alterada, al igual que el margen de movimiento de las articulaciones. En una amputación, por ejemplo, un músculo puede funcionar sólo de forma parcial, o quizá se haya cambiado su posición; así es que se debe examinar cuidadosamente la capacidad física del paciente para establecer las funciones que puede realizar, de qué forma y por cuánto tiempo. Veamos un ejemplo.

Un carpintero de 40 años de edad perdió el pulgar y el dedo corazón de la mano derecha en un accidente. En un intento por que el carpintero recuperara su capacidad para el trabajo, un cirujano le amputó uno de los dedos gordos del pie y se lo reimplantó en el lugar del pulgar. Tras un período de rehabilitación, el carpintero volvió al trabajo, pero le resultaba imposible desarrollar su tarea durante más de 3 ó 4 horas. Se procedió entonces a realizar un estudio de sus herramientas y se descu- brió que eran inapropiadas para la estructura “anormal” de su mano. El especialista en rehabilitación, tras examinar la mano “rediseñada” del carpintero, desde el punto de vista de su nueva forma y capacidad funcional, pudo diseñar unas nuevas herramientas con una utilidad completa para la mano alterada. Se aligeró la carga sobre la mano del trabajador, que anteriormente era excesiva, y éste recobró su capacidad de trabajar durante largos períodos de tiempo.

martes, 27 de octubre de 2009

Capacidad funcional física

Pasemos ahora a comentar las tres áreas principales de limitación de la capacidad funcional física; es decir, el sistema de locomoción, el sistema neurológico y el sistema energético. Los diseñadores comprenderían mejor las limitaciones del usuario o trabajador si consideraran los siguientes principios básicos de las funciones corporales.

lunes, 26 de octubre de 2009

Trabajadores con capacidad funcional limitada

La escasez de datos de las investigaciones impide dar respuesta a la pregunta de si se diseña para las personas con discapacidades o para la media de la población. Casi no existen estudios sobre los trabajadores minusválidos. Sin embargo, para crear un documento de requisitos de un producto, o PRD, se necesita de un estudio empírico específico, en el que se recojan los datos por medio de observaciones y mediciones.
Al recopilar toda la información necesaria sobre el trabajador o usuario con discapacidades, debe considerarse no sólo su estado funcional actual, sino intentar prever cualquier posible cambio que se produzca como resultado del curso de esa condición crónica. De hecho, este tipo de información se puede obtener directamente del trabajador o lo puede proporcionar un médico especialista.
Al diseñar, por ejemplo, cualquier acción en el trabajo para la que sea necesario obtener determinados datos sobre la fuerza física de un trabajador, el diseñador no elegirá como dato para el cálculo la fuerza máxima que el trabajador discapacitado puede ejercer, sino que tendrá en cuenta cualquier posible dismi- nución en la fuerza como resultado de la progresión de una condición crónica. De esta manera, el trabajador seguirá siendo capaz de utilizar las máquinas y herramientas adaptadas o diseñadas para él.
Además, los diseñadores deberían tratar de evitar aquellos diseños que supongan movimientos y posiciones extremas del cuerpo, acomodando sus diseños a los términos medios. La mayoría de los cajones tienen tiradores en forma de una pequeña concha bajo la cual se colocan los dedos; para abrirlos, es necesario ejercer fuerza hacia arriba y hacia afuera. Esta maniobra exige una posición supina de la muñeca de 180º, el grado máximo de rotación en una articulación de este tipo. Este movimiento no presenta ninguna dificultad para una persona sana, siempre que se pueda abrir el cajón ejerciendo un ligero esfuerzo y no tenga que adoptar una postura difícil, pero se convierte en algo ciertamente complicado cuando el recorrido del cajón no es suave, o no se puede realizar el movimiento de la muñeca anteriormente descrito, convirtiéndose en una dificultad innecesaria y evitable para una persona con alguna discapacidad. Una solución tan simple como un tirador situado en posición vertical sería mecánicamente más eficaz y más fácil de manipular para la mayor parte de la población.