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martes, 30 de octubre de 2007

Preparación de las normas ergonómicas

La elaboración de normas ergonómicas ha cambiado mucho en los últimos años, debido a la importancia que se da a su desarrollo a nivel internacional. Al principio, las normas nacionales, preparadas por expertos de un sólo país en su comité nacional y acordadas por las partes interesadas de ese país, por medio de una votación específica eran trasladadas como propuesta al subcomité responsable (SC), y al grupo de trabajo del TC 159 de 1SO y, tras una votación formal, llegaban al comité técnico (TC) que se encargaba de elaborar una norma internacional. El grupo de trabajo del TC 159, compuesto por expertos en ergonomía (y expertos propuestos por las partes interesadas) de todos los orga- nismos participantes (los organismos nacionales de normalización) que quisieran cooperar en ese proyecto, trabaja sobre los datos recibidos y prepara un borrador de trabajo (WD). Cuando el grupo de trabajo llega a un acuerdo sobre ese borrador, se convierte en el borrador del comité (CD) y se distribuye entre los organismos miembros del subcomité (SC) para su aprobación y comentarios. Si el borrador recibe el apoyo necesario de los organismos miembros del SC (al menos dos tercios de votos a favor) y tras incorporarse los comentarios de los comités nacionales por el grupo de trabajo en la versión corregida, el borrador de la norma internacional (DIS) se somete a la votación de todos los miembros del comité técnico 159. En caso de recibir el apoyo necesario en esta votación (y quizá tras haberse incorporado los cambios editoriales, esta versión será publicada) como una Norma Internacional (IS) por parte de ISO. La votación del comité y los subcomités se basa en las votaciones a nivel nacional y los comen- tarios de los expertos o de las partes interesadas de cada país se aportan a través de los organismos miembros. En el comité técnico 122 de CEN, el procedimiento es bastante parecido, con la excepción de que no hay subcomités bajo la responsabilidad del comité técnico y de que las votaciones tienen lugar con un sistema ponderado de votación (según el tamaño del país), mientras en ISO la regla es: un país, un voto. Si el borrador es rechazado en cualquier fase del proceso, se debe revisar y someterse de nuevo a votación, a no ser que el grupo de trabajo (WG) decida que no se puede hacer una revisión con garantías de alcanzar el acuerdo.
Las normas internacionales se convierten en nacionales si los comités nacionales votan a favor. En cambio, las normas euro- peas (EN) deben convertirse necesariamente en nacionales, por los miembros de CEN retirando aquellas normas propias del país que contradigan a la norma europea; lo que significa que estas normas armonizadas EN tendrán efecto en todos los países de miembros de CEN y, debido a su influencia comercial, en todos aquellos países que pretendan vender bienes a un comprador de un país miembro de CEN.

domingo, 28 de octubre de 2007

Estructura de los comités de normalización

La estructura de los Comités de normalización ergonómica es bastante parecida en todos los casos. Normalmente hay un comité técnico responsable de la ergonomía dentro de cada orga- nismo de normalización. Dicho comité (por ejemplo, el TC 159 en ISO) toma las decisiones de lo que hay que normalizar y cómo organizar y coordinar la actividad dentro del comité, pero a este nivel no se suelen elaborar las normas. Por debajo de este comité hay otros subcomités. Por ejemplo, ISO tiene subcomités (SC) responsables de un determinado campo de normalización; por ejemplo: el SC, encargado de los principios generales ergonómicos; el SC 3, para temas de antropometría y biomecánica; el SC 4, para la interacción hombremáquina; y el SC 5, para el ambiente físico de trabajo. El comité TC 122 del CEN tiene grupos de trabajo (WG), bajo la responsabilidad de los comités técnicos (TC), que se constituyen con el fin de tratar campos más específicos dentro de la normalización ergonómica. Los subcomités del comité TC 159 actúan como comités directivos en su campo de responsabilidad y realizan la primera votación, pero no suelen preparar las normas. Esto se hace en sus grupos de trabajo (WG), compuestos por expertos nombrados por los comités nacionales, mientras que a las reuniones de los comités y subco- mités asisten delegaciones nacionales que representan los puntos de vista de sus respectivos países. Dentro de CEN, las responsabilidades no están demasiado señaladas a nivel del grupo de trabajo (WG), son tanto comités directivos como comités de producción de normas, aunque una gran cantidad de trabajo se realiza en grupos “ad hoc”, compuestos por miembros de los WG (desig- nados por sus comités nacionales), y creados para preparar los borradores de una norma. Los grupos de trabajo (WG) dentro de los subcomités (SC) de 1SO hacen el trabajo de normalización a nivel práctico, es decir, preparan borradores, trabajan en los comentarios, identifican las necesidades de normalización y preparan propuestas para los subcomités (SC) y comités (TC), que tomarán las decisiones o acciones apropiadas.

jueves, 25 de octubre de 2007

Comités de normalización

Las normas ergonómicas, como otras normas, son redactadas por los Comités Técnicos (TC) correspondientes, sus subcomités (SC)o por grupos de trabajo (WG). Para ISO sería el TC 159, para CEN, el TC 122, y a nivel nacional, los respectivos comités nacionales. Además de los comités ergonómicos, la ergonomía es también tratada en los comités técnicos de seguridad de las máquinas (comité TC 114 de CEN, comité TC 199 de ISO) con los que se mantiene una estrecha relación y cooperación. También se mantienen relaciones con otros comités para los que la ergonomía puede ser importante. La responsabilidad sobre las normas ergonómicas, sin embargo, recae únicamente sobre los comités de ergonomía.
Un gran número de organizaciones se encarga también de la elaboración de normas ergonómicas, por ejemplo la IEC (Comisión Electrotécnica Internacional), CENELEC, o los respectivos comités nacionales del campo electrotécnico; CCITT (Comité consultivo internacional de las organizaciones telefónicas y telegráficas) o ETSI (Instituto Europeo de Normas de Telecomunicación) en el campo de las telecomunicaciones; ECMA (Asociación Europea de Fabricantes de Ordenadores) en el campo de los sistemas informáticos; y CAMAC (Asociación de Control y Medida Asis- tidos por Ordenador) en el campo de las nuevas tecnologías en la producción, por citar algunos. Algunos de estos comités se relacionan entre sí para no duplicar el trabajo o evitar especificaciones incoherentes. Con algunas organizaciones (por ejemplo, el IEC) se han llegado a formar comités técnicos conjuntos para cooperar en áreas de interés común. Con otros comités, sin embargo, no existe ninguna coordinación o cooperación. El objetivo principal de estos comités es elaborar normas ergonómicas específicas para su campo de actividad. Dado que el número de organizaciones es muy alto, se ha convertido en algo bastante complicado, si no imposible, el obtener una visión general completa de la normalización ergonómica. Este capítulo se limitará a analizar la normalización ergonómica en los comités europeos e internacionales.

martes, 23 de octubre de 2007

Tipos de normas ergonómicas

La primera norma ergonómica internacional desarrollada (basada en una norma DIN nacional alemana) fue la ISO 6385 “Principios ergonómicos en el diseño de los sistemas de trabajo” (1981). Es la norma básica de la serie de normas ergonómicas y define el marco para normas ergonómicas posteriores, al definir conceptos básicos y señalar los principios generales para el diseño ergonómico de los sistemas de trabajo: tareas, herramientas, maquinaria, lugares de trabajo, espacio de trabajo, entorno y organización del trabajo. Esta norma internacional, actualmente en revisión, sirve de norma directriz, y como tal, ofrece recomendaciones y consejos. Sin embargo, no ofrece especificaciones técnicas o físicas que haya que cumplir. Estas pueden hallarse en otro tipo de normas, las normas de especificación, por ejemplo, sobre antropometría o condiciones térmicas. Cada una de estas normas tiene funciones diferentes. Mientras las normas directrices pretenden mostrar al usuario “qué hacer y cómo hacerlo” e indican los principios que se deben respetar, por ejemplo, con respecto a la carga de trabajo mental, las normas de especificaciones dan a los usuarios información detallada, por ejemplo, sobre las distancias de seguridad o procedimientos de medición que deben cumplirse, y cuyo cumplimiento con esas prescripciones se puede comprobar mediante procedimientos específicos. Esto no es siempre posible con las normas directrices, aunque a pesar de su relativa falta de especificidad, se puede determinar cuándo y cómo se han inclumplido sus directrices. Una subclase de normas de especificaciones son las normas de “base de datos”, que proporcionan al usuario datos ergonómicos relevantes, como dimensiones corporales, etc.
Las normas CEN se clasifican como de tipo A, B o C, dependiendo de su ámbito y campo de aplicación. Las de tipo A son normas generales, básicas, que sirven para todo tipo de aplicaciones; las de tipo B son específicas para un área de aplicación (lo que significa que la mayoría de las normas ergonómicas incluidas en CEN serán de este tipo); las de tipo C son específicas para alguna clase de maquinaría, como por ejemplo, para las taladradoras manuales.

lunes, 22 de octubre de 2007

Perspectivas

La normalización de la ergonomía comenzó con un punto de vista marcadamente protector, aunque preventivo, promoviendo el desarrollo de normas ergonómicas con el objetivo de proteger a los trabajadores contra los efectos adversos, a diferentes niveles de protección de la salud. Los normas ergonómicas se redactaron con los siguientes propósitos:
• garantizar que las tareas asignadas no sobrepasaran las capacidades del trabajador,
• prevenir lesiones o cualquier efecto dañino para la salud del trabajador, tanto permanentes como transitorios, a corto o a largo plazo, incluso cuando las tareas en cuestión pudieran realizarse, durante un corto espacio de tiempo, sin efectos negativos,
• conseguir que las tareas o condiciones de trabajo no provocaran daño alguno, incluso cuando la recuperación fuera posible con el tiempo.

La normalización internacional, que no estaba tan estrechamente asociada a la legislación, siempre intentó abrir vías para la publicación de normas que fueran más allá de la prevención y protección contra los efectos adversos (por ejemplo, especificando , activamente, unas condiciones de trabajo óptimas para promover el bienestar y el desarrollo personal del trabajador, así como la efectividad, eficiencia, fiabilidad y productividad del sistema de trabajo.
En este punto, se hace evidente que la ergonomía, y especialmente la normalización ergonómica, tiene dimensiones sociales y políticas únicas. Mientras que el planteamiento protector con respecto a la salud y seguridad, es generalmente aceptado con normalidad por todas las partes implicadas (patronal, sindicatos, administración y expertos en ergonomía), a todos los niveles de normalización, el planteamiento activo no es aceptado de igual modo por todas las partes. La razón podría ser que, especialmente donde la legislación requiere la aplicación de principios ergonómicos (y, por tanto, explícita o implícitamente la aplica- ción de normas ergonómicas), algunas de las partes creen que dichas normas podrían limitar su libertad de acción o negocia- ción. Puesto que las normas internacionales tienen un carácter menos obligatorio (la transferencia de estos temas a las normas nacionales se deja a discreción de los comités nacionales de normalización) el planteamiento activo se ha desarrollado más a nivel internacional de la normalización ergonómica.

jueves, 18 de octubre de 2007

ERGONOMIA Y NORMALIZACION: Orígenes

La normalización en el campo de la ergonomía tiene una historia relativamente reciente. Comenzó a principios del decenio de 1970, cuando se fundaron los primeros comités a nivel nacional(por ejemplo en Alemania, dentro del instituto de normalización DIN) y posteriormente a nivel internacional, tras la fundación de la ISO (Organización Internacional de Normalización), con la creación del TC (Comité Técnico) 159 “Ergonomía”, en 1975. Entre tanto, la normalización de la ergonomía tuvo lugar también a nivel regional, por ejemplo, a nivel europeo dentro del CEN (Comité europeo de normalización), que creó su Comité Técnico 122 “Ergonomía” en 1987. La existencia de este último comité pone de relieve que una de las razones para establecer comités para la normalización de los principios y conocimientos ergonómicos está en las reglamentaciones legales (o casi legales), especialmente de lo referente a la salud y seguridad, que requieren la aplicación de los principios y hallazgos ergonómicos en el diseño de productos y sistemas de trabajo. Leyes nacionales, que requerían la aplicación de principios y hallazgos ergonómicos, fueron la razón de que el gobierno alemán creara un comité de ergonomía en 1970; las directivas europeas, especialmente la Directiva de máquinas (referida a principios de seguridad), motivó el establecimiento de un comité ergonómico a nivel europeo. Dado que las reglamentaciones legales no son, ni pueden ser, demasiado específicas, la tarea de definir los principios y hallazgos que se deberían aplicar, fue asumida por los comités de normalización ergonómica. Particularmente a nivel europeo, se reconoce que la normalización en ergonomía puede contribuir a la tarea de armonizar y equiparar las condiciones de seguridad de las máquinas, ayudando así a eliminar las barreras al libre comercio de maquinaria en el continente.

martes, 16 de octubre de 2007

Conclusiones de ANALISIS DE ACTIVIDADES, TAREAS Y SISTEMAS DE TRABAJO

Las diversas fases del análisis del trabajo descritas son una parte iterativa en cualquier ciclo de diseño de factores humanos (véase Figura 29.6). En el diseño de un objeto técnico, sea una herra- mienta, un puesto de trabajo o una fábrica, en el que los factores humanos sean importantes, es necesario contar con cierta información a tiempo. En general, el comienzo del ciclo de diseño se caracteriza por una necesidad de obtener datos relacionados con las restricciones medioambientales, los tipos de trabajos que se van a realizar y las diversas características de los usuarios. Esta información inicial permite que las especificaciones de los objetos resultantes tengan en consideración los requisitos del trabajo. Pero, en cierto sentido, éste es solo un modelo burdo en comparación con la situación real del trabajo. Esto explica por qué es necesario que los modelos y prototipos, desde su creación, permitan la evaluación no sólo de los trabajos, sino también de las actividades de los futuros usuarios. En consecuencia, mientras que el diseño de las imágenes de un monitor en una sala de control puede estar basado en un minucioso análisis cognitivo del trabajo que se va a realizar, sólo un análisis basado en los datos de la actividad permitirá determinar con precisión si el prototipo será útil en la situación real de trabajo (Van Daele 1988). Una vez que el objeto técnico terminado se pone en funcionamiento, se da un gran valor al rendimiento de los usuarios y a las situaciones disfuncionales, tales como los accidentes o los errores humanos. La recopilación de este tipo de información permite hacer correcciones finales que aumentarán la fiabilidad y la capacidad de uso del objeto terminado. Tanto la industria nuclear como la industria aeronáutica son buenos ejemplos: la retroinformación operativa implica informar de cada incidente que se haya produ- cido. De esta forma, el bucle de diseño se cierra en un círculo completo.

lunes, 15 de octubre de 2007

Labilidad estructural

El trabajo sobre las actividades en lugar de sobre las tareas, ha abierto el campo de la labilidad estructural, es decir, de las constantes reconfiguraciones del trabajo colectivo por la influencia de factores contextuales. Estudios como el de Rogalski (1991), que analizó durante un largo período las actividades colectivas relacionadas con los incendios forestales en Francia, o los de Bourdon
y Weill Fassina (1994), que estudiaron la estructura organizacional establecida para hacer frente a los accidentes ferroviarios, tienen gran valor informativo. Estos estudios muestran claramente cómo el contexto moldea la estructura de los intercambios, el número y el tipo de actores que intervienen en los mismos, la naturaleza de las comunicaciones y el número de parámetros esenciales para el trabajo. Cuanto más fluctúe este contexto, más alejadas de la realidad estarán las descripciones fijas de la tarea. El conocimiento de esta labilidad y un mejor entendimiento de los fenómenos que tienen lugar dentro de ella, son esenciales para planificar los imprevistos y para proporcionar una formación más adecuada a quienes participan en un trabajo colectivo durante una crisis.

sábado, 13 de octubre de 2007

Naturaleza de los intercambios


La mera descripción de los vínculos que unen las entidades dice muy poco del propio contenido de los intercambios. Natural mente, puede especificarse la naturaleza de la relación: movimiento de un lugar a otro, transferencia de la información, dependencia jerárquica, etc., pero esto no siempre resulta adecuado. El análisis de la comunicación entre equipos se ha convertido en un medio privilegiado de captar la propia naturaleza del trabajo colectivo, teniendo en cuenta los temas mencionados, la creación de un lenguaje común en un equipo, la modificación de la comunicación en situaciones críticas, etc.
(Tardieu, Nanci y Pascot 1985; Rolland 1986; Navarro 1990; Van Daele 1992; Lacoste 1983; Moray, Sanderson y Vincente 1989).
El conocimiento de estas interacciones es especialmente útil para crear herramientas informáticas, en particular, los mecanismos de ayuda en la toma de decisiones. para comprender los errores Falzon (1991) describe detalladamente las distintas fases y las dificultades metodológicas relacionadas con el uso de estas pruebas.

viernes, 12 de octubre de 2007

Estructura

Tanto si consideramos la estructura como elemento del análisis de los trabajadores, o de los servicios, o incluso de diferentes ramas de una empresa pertenecientes a una red, la descripción de los vínculos que los mantienen unidos sigue representando un problema. Estamos familiarizados con los organigramas que utilizan las empresas para presentar la estructura de mandos, cuyas distintas formas reflejan la filosofía de organización de la empresa: una organización muy jerarquizada según la estructura taylonista, una organización horizontal, o incluso tipo matriz, si se desea una estructura más flexible. Existen otras descripciones posibles para la distribución de actividades, como se muestra en el ejemplo de la Figura 29.6. Recientemente, la necesidad de que las empresas representen sus intercambios de información a nivel global ha conducido a un replanteamiento de los sistemas de información. Gracias a algunos lenguajes descriptivos, por ejemplo, el diseño de esquemas o las matrices de entidad-relacio- nes-atributos, la estructura de las relaciones a nivel colectivo puede describirse actualmente de forma abstracta y servir como trampolín para la creación de sistemas de gestión informatizados.

lunes, 8 de octubre de 2007

¿Trabajo individual o colectivo?

Aunque en la inmensa mayoría de los casos el trabajo es una actividad colectiva, la mayoría de los análisis del trabajo se centran en tareas o actividades individuales. Sin embargo, la realidad es que la evolución tecnológica, al igual que la organización del trabajo, hace hincapié actualmente en la distribución del trabajo, ya sea entre hombres y máquinas, o simplemente dentro de un grupo. ¿Qué vías han explorado los autores para tener en cuenta esta distribución (Rasmussen, Pejtersen y Schmidts 1990)? Estos autores se centran en tres aspectos: la estructura, la naturaleza de los intercambios y la labilidad estructural.

viernes, 5 de octubre de 2007

Actividad, pruebas y rendimiento (III)


La organización de estas pruebas, su proceso y su formaliza- ción requieren un lenguaje descriptivo y, en ocasiones, un análisis que va más allá de la observación “in situ”. Por ejemplo, las actividades mentales que se deducen de las pruebas continúan siendo hipotéticas. Actualmente suelen describirse utilizando un lenguaje derivado de la inteligencia artificial, haciendo uso de las representaciones en forma de esquemas, normas de producción y redes conectadas entre sí. Además, se ha extendido mucho el uso de simulaciones por ordenador de los “micromundos” para localizar con precisión determinadas actividades mentales, aunque la validez de los resultados obtenidos de estas simulaciones informatizadas, en vista de la complejidad del mundo industrial, es objeto de debate. Por último, es necesario mencionar los modelos cognitivos de algunas actividades mentales obtenidos “in situ”. Entre los más conocidos están el diagnóstico del operador de una planta nuclear, realizado en Ispra (Decortis y Cacciabue 1990), y la planificación del piloto de combate perfeccionado en el Centre d’études et de recherches de médecine aérospatiale (CERMA) (Amalberti y cols. 1989).
La cuantificación de las discrepancias entre el rendimiento de estos modelos y el de los trabajadores reales, es un campo muy productivo en los análisis de actividades. El rendimiento es el resul- tado de la actividad, la respuesta final dada por el sujeto a los requisitos de la tarea. Se expresa a nivel de producción: produc- tividad, calidad, error, incidentes, accidentes e incluso, a un nivel más global, absentismo y rotación. Pero también se debe identificar a nivel individual: la expresión subjetiva de la satisfacción, el estrés, la fatiga o la carga de trabajo, y muchas respuestas fisiológicas son también indicadores del rendimiento. Sólo el conjunto completo de los datos permite interpretar la actividad, es decir, juzgar si va más allá de los objetivos perseguidos, a la vez que se mantiene dentro de los límites humanos. Hay un conjunto de normas que sirven de guía, hasta cierto punto, al observador. Pero estas normas no son situacionales: no tienen en cuenta el contexto, sus fluctuaciones y la situación del trabajador. Por esto que, en la ergonomía del diseño, aunque existen reglas, normas y modelos, se aconseja al diseñador que compruebe el producto, utilizando prototipos tan pronto como sea posible, y que evalúe la actividad y el rendimiento del usuario.

jueves, 4 de octubre de 2007

Actividad, pruebas y rendimiento (II)


Durante los últimos años se ha hecho especial hincapié en el conocimiento necesario para realizar determinadas actividades, y los investigadores han tratado de no considerarlas como un postulado inicial del análisis, sino dejar que se manifestaran durante el propio análisis.
Estos esfuerzos han demostrado que es posible obtener rendimientos casi idénticos con niveles muy diferentes de conocimiento, siempre y cuando los operadores sean conscientes de sus limitaciones y apliquen estrategias adaptadas a sus capacidades. Por ello, en nuestro estudio realizado sobre la puesta en marcha de una planta termoeléctrica (De Keyser y Housiaux 1989), aquélla fue realizada tanto por ingenieros como operadores. Los conocimientos teóricos y de procedimientos que estos dos grupos poseían, comprobados por medio de entrevistas y cuestionarios, eran muy diferentes. Los trabajadores, concretamente, a veces comprendían de forma errónea las variables que intervenían en las conexiones funcionales de los procesos. A pesar de ello, la actuación de ambos grupos fue muy similar, pero los trabaja- dores tuvieron en cuenta más variables para controlar la puesta en marcha de la planta y realizaron verificaciones más frecuentes. Amalberti (1991), que ha mencionado la existencia de metaconocimientos que permiten a los expertos controlar sus propios recursos, obtuvo también los mismos resultados.
¿Qué tipo de prueba o evidencia de que existe actividad sería conveniente obtener? Su naturaleza, como ya hemos visto, depende en gran medida de la forma de análisis planteado. Su forma varía en función del grado de rigor metodológico del observador. Las pruebas provocadas se distinguen de las espontáneas
y las concomitantes de las posteriores. En términos generales, cuando la naturaleza del trabajo lo permite, debe optarse por las pruebas concomitantes y espontáneas, que no presentan ciertos inconvenientes, como pueda ser la escasa fiabilidad de la memoria, la interferencia del observador, el efecto de racionalizar la reconstrucción por parte del sujeto u otros similares. Para ilustrar estas distinciones, tomaremos como ejemplo las verbalizaciones. Las verbalizaciones espontáneas son intercam- bios verbales o monólogos que se expresan de forma espon- tánea, sin que el observador lo haya pedido. Las verbalizaciones provocadas son aquellas que se realizan a solicitud del observador, como cuando se pide al sujeto que “piense en alto”, algo muy común en la literatura cognitiva. Ambas pueden realizarse en tiempo real, durante el trabajo, y por tanto, son concomitantes. También pueden ser posteriores, como sucede con las entrevistas, o con las verbalizaciones de los sujetos cuando ven su trabajo en una cinta de vídeo. Por lo que respecta a la validez de las verbalizaciones, es conveniente recordar las dudas susci- tadas por la controversia entre Nisbett y De Camp Wilson (1977)y White (1988) y las precauciones sugeridas por numerosos autores, conscientes de su importancia en el estudio de la actividad mental y dadas las dificultades metodológicas que conllevan (Ericson y Simon 1984; Savoyant y Leplat 1983; Caverni 1988; Bainbridge 1986).

miércoles, 3 de octubre de 2007

Actividad, pruebas y rendimiento


Una actividad se define como el conjunto de conductas y recursos que el trabajador utiliza para desarrollar un trabajo, es decir, la transformación o producción de bienes, o la prestación de un servicio. Esta actividad se puede estudiar a través de la observación de formas distintas. Faverge (1972) ha descrito cuatro formas de análisis. La primera es el análisis de gestos y posturas, en el que el observador localiza, en la actividad visible del trabajador, tipos de acciones que pueden identificarse y que se repiten durante la realización de un trabajo. Estas actividades suelen ir acompañadas de una respuesta precisa, como la frecuencia cardíaca, que nos permite valorar la carga física asociada a cada actividad. La segunda forma de análisis se hace en términos de adquisición de información. Lo que se descubre a través de la observación directa, o con la ayuda de cámaras o registros de los movimientos oculares, es el conjunto de señales que recoge el operador en el campo de información que le rodea. Este análisis resulta particularmente útil en la ergonomía cognitiva, para tratar de comprender mejor la forma en que el trabajador procesa la información. La tercera forma de análisis se realiza en términos de regula- ción. La idea es identificar los ajustes que introduce el operador en la actividad con el fin de responder a las fluctuaciones del entorno o a los cambios que sufra su propia situación. Aquí encontramos la intervención directa del contexto en el análisis. Uno de los proyectos de investigación más citados en este campo es el de Sperandio (1972). Este autor estudió la actividad de los controladores aéreos y detectó importantes cambios de estrategia cuando aumentaba el tráfico aéreo. Sperandio los interpretó como un intento por simplificar la actividad, manteniendo un nivel de carga aceptable, al tiempo que continuaban cumpliendo los requisitos de la tarea. El cuarto tipo de análisis es el de procesos de pensamiento. Este tipo de análisis ha sido muy utilizado en la ergonomía de puestos sumamente automatizados. En realidad, el diseño de soportes informáticos, en especial los soportes inteligentes, requiere entender perfectamente la forma de razonar del operador para resolver ciertos problemas. El razonamiento, que forma parte del proceso de planificación, anticipación y diagnóstico ha sido objeto de análisis (puede encontrarse un ejemplo en la Figura 29.5). Sin embargo, las pruebas de que existe actividad mental sólo pueden inferirse. Fuera de algunos aspectos observables de la conducta, como por ejemplo los movimientos del ojo o el tiempo que se emplea en resolver un problema, la mayoría de estos análisis se centran en la provocación de la respuesta verbal.

lunes, 1 de octubre de 2007

¿La tarea o la actividad? (III)


Desde el advenimiento de la organización científica del trabajo, el concepto de tarea encomendada ha sido duramente criticado, ya que se ha considerado que representa una imposición a los trabajadores de tareas que, no sólo se han diseñado sin tener en cuenta sus necesidades, sino que además van acompañadas, a menudo, de un tiempo específico de ejecución, una restricción no muy bien acogida por muchos trabajadores. Aunque el aspecto impositivo es actualmente bastante más flexible y los trabajadores contribuyen con mayor frecuencia al diseño de tareas, la asignación de un tiempo a la tarea sigue siendo necesaria para la planificación y programación y, por ello, un componente esencial en la organización del trabajo. Pero la cuantificación del tiempo no debe percibirse como un aspecto negativo. Constituye un valioso indicador de la carga de trabajo. Una forma simple y muy extendida, de medir la presión de tiempos que se ejerce sobre un trabajador consiste en determinar el cociente del tiempo necesario para la ejecución de una tarea, dividido por el tiempo disponible. Cuanto más próximo esté este cociente de la unidad, mayor será la presión (Wickens 1992). Además, esta cuantificación puede utilizarse para una gestión flexible y adecuada del personal. Tomemos el caso de las enfermeras, en el que la técnica del análisis predic- tivo de las tareas se ha generalizado, por ejemplo, en el reglamento canadiense Planning of Required Nursing (PRN 80)
(Kepenne 1984) o en alguna de sus variantes europeas. Gracias a tales listas de tareas, acompañadas por el tiempo medio de ejecución, se puede establecer cada mañana, en función del número de pacientes y sus condiciones de salud, un programa de cuidados y la distribución del personal. Lejos de ser una limitación, la normativa PRN 80 ha demostrado, en un gran número de hospitales, la existencia de una situación de escasez de personal auxiliar, ya que la técnica permite establecer una diferencia (véase Figura 29.4) entre lo deseado y lo observado, entre el número de personas necesarias y disponibles, e incluso entre las tareas planificadas y las realizadas. Los tiempos calculados representan sólo tiempos medios y las fluctuaciones que se producen en situaciones reales no siempre permiten aplicarlos, pero este aspecto negativo se puede compensar con una organización flexible, que contemple los ajustes y que permita al personal participar en la realización de los mismos.