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martes, 7 de abril de 2009

Tecnología: parte y producto de la cultura

La tecnología se puede considerar tanto parte como producto de la propia cultura. Hace más de 60 años, el conocido sociólogo Malinowsky ya incluía a la tecnología como parte de la cultura en la siguiente definición: “La cultura comprende artefactos, bienes, procesos técnicos, hábitos y valores, todos ellos heredados”. Poste- riormente, Leach (1965) consideró la tecnología como un producto cultural y “los artefactos, bienes y procesos técnicos” como “productos de la cultura”.
En el ámbito tecnológico, el término “cultura” como elemento importante en el diseño, desarrollo y utilización de productos técnicos o sistemas, ha sido ignorado tanto por los proveedores como por los destinatarios de la tecnología. Una de las razones principales de tal actitud es la falta de información básica sobre las diferencias culturales.
En el pasado, los cambios tecnológicos han supuesto cambios significativos en las formas de vida, la organización social y los sistemas de valores de la población. El proceso de industrialización ha provocado cambios profundos y permanentes en los estilos de vida tradicionales de muchas sociedades anteriormente agrícolas, ya que dichos estilos de vida se consideraban incompatibles con la forma de organización del trabajo industrial. En situaciones de gran diversidad cultural, esto ha tenido conse- cuencias socioeconómicas negativas (Shahnavaz, 1991). Es un hecho reconocido que no se puede imponer una tecnología a una sociedad y creer que será asimilada y utilizada con tan sólo con un esfuerzo de formación (Martin y cols. 1991). Es responsa- bilidad del diseñador de la tecnología tener en cuenta los efectos directos e indirectos de la cultura y hacer que el producto sea compatible con el sistema cultural de valores del usuario y con el entorno en el que se pretende aplicar.
El impacto de la tecnología en muchos “países en vías de desarrollo industrial” (PVDI) ha sido algo más que una mejoría en la eficacia. La industrialización no supuso sólo la moderniza- ción de la producción y del sector servicios, sino, hasta cierto punto, una occidentalización de la sociedad. La transferencia de tecnología implica también una transferencia cultural.
La cultura, además de religión, la tradición y el idioma, que son parámetros importantes para el diseño y utilización de la tecnología, abarca otros aspectos, como las actitudes específicas hacia ciertos productos y tareas, normas de conducta, normas de etiqueta, tabúes, hábitos y costumbres. Para conseguir un diseño óptimo deben tenerse en cuenta todos estos aspectos.
Se dice incluso que las personas son un producto de las diferentes culturas. Sin embargo, todas las culturas de este mundo están entremezcladas debido fundamentalmente a las migraciones humanas a lo largo de la historia. No es de extrañar, por tanto, que en el mundo existan más culturas que naciones. Sin embargo, se pueden hacer algunas distinciones generales en cuanto a las diferencias sociales, profesionales y de organización debidas a la cultura, que podrían influir el diseño en general.

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