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miércoles, 18 de junio de 2008

Valoración de la CMT: según el enfoque de exigencias-recursos

Actualmente, no es posible medir con exactitud la CMT, ya que no existen unidades de medida definidas. Pero para estar seguros, la conceptualización y los instrumentos de valoración deben ajus- tarse a los criterios generales de diagnóstico, que son la objeti- vidad, la fiabilidad, la validez y la utilidad. Sin embargo, se sabe muy poco de la calidad general de las técnicas o instrumentos propuestos.
Hay una serie de razones que explican las dificultades para valorar la CMT en función del enfoque exigencias-recursos
(O’Donnell y Eggemeier 1986). Todo intento de valoración de la
CMT tiene que dar respuesta a preguntas como las siguientes:
¿tiene la tarea un fin en sí misma? ¿Persigue unos objetivos auto- determinados? ¿O está dirigida a un objetivo impuesto por un mandato externo? ¿Qué tipo de capacidades (procesamiento mental consciente, aplicación de conocimientos, etc.) son nece- sarias? ¿Se utilizan simultáneamente o de forma secuencial?
¿Existen diferentes estrategias y, si es así, cuáles son? ¿Qué recursos necesitará el trabajador para afrontar la situación?
Los enfoques más estudiados tratan de valorar la CMT en términos de:
1. esfuerzo necesario (valoración del esfuerzo): este enfoque aplica, en algunas versiones psicofisiológicamente validados procedimientos de escalas, como los sugeridos por Bartenwerfer
(1970) o Eilers, Nachreiner y Hänicke (1986), o
2. capacidad mental ocupada o residual (valoración de la capacidad mental) estos enfoques aplican las tradicionales técnicas de la doble tarea como, por ejemplo, las estudiadas por O’Donnell y Eggemeier (1986).
Ambos enfoques dependen en gran medida de los supuestos de las teorías del recurso único y, en consecuencia, tendrán que hacer frente a las preguntas formuladas anteriormente.

Valoración del esfuerzo. Las técnicas de valoración del esfuerzo como, por ejemplo, el procedimiento de escalas aplicado a una correlación percibida de la activación central general, desarrollado y validado por Bartenwerfer (1970), ofrece unas escalas verbales que pueden completarse con otras gráficas y valoran la parte que varía de forma unidimensional en el esfuerzo requerido percibido durante el cumplimiento de una tarea. Se pide a los sujetos que describan el esfuerzo percibido siguiendo los pasos de la escala que se les muestra.
Esta técnica cumple los criterios de calidad mencionados anteriormente. Entre sus limitaciones cabe destacar la unidimensionalidad de la escala, que cubre una parte esencial pero cuestionable del esfuerzo percibido; la posibilidad, limitada o inexistente, de predecir el resultado de la tarea personal percibida, por ejemplo, en términos de fatiga, aburrimiento o ansiedad; y especialmente, el carácter formal o excesivamente abstracto del esfuerzo, que identificará y explicará muy poco los aspectos de la CMT que dependen del contexto, por ejemplo, las posibles aplicaciones útiles de la capacitación o las opciones de aprendizaje.

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