Los enfoques centrados en los requisitos de la tarea, como los de acciones completas frente a acciones parciales o el índice del potencial de motivación (para más detalles, véase Hacker 1986), proponen como características indispensables de la tarea, para su análisis y evaluación, al menos las siguientes:
• autonomía temporal y de procedimiento, en relación con las decisiones sobre los objetivos autoimpuestos y, en conse- cuencia, transparencia, posibilidad de predicción y control de la situación laboral;
• la cantidad y la diversidad de las tareas secundarias, especial- mente en lo relativo a la preparación, organización y compro- bación de los resultados obtenidos, y de las acciones que las acompañan, es decir, si dichas acciones deben finalizarse cíclicamente, o si están fragmentadas;
• variedad (“nivel”) de procesos y representaciones mentales reguladores de la acción. Estos pueden ser procesos mental- mente automatizados o convertidos en rutinarios, procesos basados en el conocimiento y experiencia anteriores o procesos intelectuales y de resolución de problemas. (También puede caracterizarse un conjunto jerarquizado en oposición a una fragmentación de tareas);
• cooperación requerida;
• exigencias u opciones de aprendizaje a largo plazo para identificar las características de estas tareas es necesario utilizar los procedimientos conjuntos de análisis de trabajo o tarea, con análisis de documentos, observación, entrevistas y discusiones de grupo, que deben integrarse en un diseño cuasi experimental (Rudolph, Schönfelder y Hacker 1987). Hay varios instrumentos disponibles para el análisis de tareas, que pueden guiar y servir de ayuda a la hora de realizar el análisis. Algunos de ellos contribuyen sólo al análisis en sí (por ejemplo, NASA-TLX Task Load Index, Hart y Staveland, 1988), mientras que otros son útiles para la evaluación y el diseño o rediseño. Un ejemplo de esto es el TBS-GA (Tätigkeitsbewertungs System für geistige Arbeit [Sondeo para el diagnóstico de tareas: trabajo mental]); véase Rudolph, Schönfelder y Hacker
(1987).
• autonomía temporal y de procedimiento, en relación con las decisiones sobre los objetivos autoimpuestos y, en conse- cuencia, transparencia, posibilidad de predicción y control de la situación laboral;
• la cantidad y la diversidad de las tareas secundarias, especial- mente en lo relativo a la preparación, organización y compro- bación de los resultados obtenidos, y de las acciones que las acompañan, es decir, si dichas acciones deben finalizarse cíclicamente, o si están fragmentadas;
• variedad (“nivel”) de procesos y representaciones mentales reguladores de la acción. Estos pueden ser procesos mental- mente automatizados o convertidos en rutinarios, procesos basados en el conocimiento y experiencia anteriores o procesos intelectuales y de resolución de problemas. (También puede caracterizarse un conjunto jerarquizado en oposición a una fragmentación de tareas);
• cooperación requerida;
• exigencias u opciones de aprendizaje a largo plazo para identificar las características de estas tareas es necesario utilizar los procedimientos conjuntos de análisis de trabajo o tarea, con análisis de documentos, observación, entrevistas y discusiones de grupo, que deben integrarse en un diseño cuasi experimental (Rudolph, Schönfelder y Hacker 1987). Hay varios instrumentos disponibles para el análisis de tareas, que pueden guiar y servir de ayuda a la hora de realizar el análisis. Algunos de ellos contribuyen sólo al análisis en sí (por ejemplo, NASA-TLX Task Load Index, Hart y Staveland, 1988), mientras que otros son útiles para la evaluación y el diseño o rediseño. Un ejemplo de esto es el TBS-GA (Tätigkeitsbewertungs System für geistige Arbeit [Sondeo para el diagnóstico de tareas: trabajo mental]); véase Rudolph, Schönfelder y Hacker
(1987).
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