Para evitar que haya normas que entren en conflicto y la duplicación del trabajo, además de permitir que los países no miembros de CEN tomen parte en los estudios desarrollados por CEN, se ha llegado a un acuerdo de cooperación entre ISO y CEN, (el llamado Acuerdo de Viena), que regula las formalidades y establece un proceso de votación paralelo que permite que se vote sobre los mismos borradores tanto en CEN como en ISO, si los comités responsables así lo acuerdan. Entre los comités de ergonomía la tendencia es evidente: tratar de no duplicar el trabajo, (ya que hay pocos recursos humanos y financieros), evitar especificaciones que entren en conflicto, e intentar conseguir un conjunto coherente de normas ergonómicas basado en la división del trabajo. Mientras que el comité técnico CEN 122 está vinculado a las decisiones de la UE, y ésta le mandata sus temas de trabajo para estipular las especificaciones de las directivas europeas, el comité 159 de ISO goza de libertad absoluta para normalizar lo que considere nece- sario o apropiado en el campo de la ergonomía. Esta situación ha conducido a cambios en el énfasis de ambos comités, centrándose el europeo en la maquinaria y temas relacionados con la segu- ridad y el de ISO en áreas donde se reflejan intereses de mercado más amplios que los meramente europeos (por ejemplo, el trabajo con PVD o el diseño de las salas de control para industrias de proceso y similares), en áreas donde se trata del funcionamiento de las máquinas (como el diseño de los sistemas de trabajo) o en áreas como el ambiente o la organización del trabajo. La inten- ción, sin embargo, es transferir los resultados de los trabajos de una a otra organización, para contribuir a la creación de un conjunto de normas ergonómicas aplicable en todo el mundo.
El procedimiento formal para la producción de normas sigue siendo el mismo hoy en día, pero debido a la importancia que ha adquirido el ámbito internacional o europeo, cada vez se transfieren más actividades a estos comités. Los borradores se crean directamente en estos comités y ya no se basan en normas nacionales preexistentes. Una vez que se ha tomado la decisión de desarrollar una norma, el trabajo empieza directamente en uno de estos niveles supranacionales, basándose en cual- quier información disponible, comenzando a veces desde cero. Esto cambia el papel de los comités nacionales de una manera drástica.
Mientras anteriormente desarrollaban sus propias normas, de acuerdo con sus procedimientos nacionales, ahora tienen la tarea de observar, adaptar e influir sobre el trabajo a nivel supranacional a través de los expertos que trabajen en las normas, o de comentarios hechos en los diferentes niveles de la votación (dentro de CEN se detienen los proyectos nacionales si coinciden con uno similar que esté siendo elaborado a nivel europeo). Esto hace que la tarea sea incluso más complicada, puesto que la influencia sólo se ejerce de manera indirecta y la preparación de normas ergonómicas no es una cuestión científica, sino de negociación, consenso y acuerdo (pues depende de las implicaciones políticas que la norma pudiera llegar a tener). Ésta es una de las razones por las que la elaboración de una norma europea o internacional puede llegar a tardar años y no llega a reflejar los cambios más recientes en ergonomía. Las normas ergonómicas internacionales se deben examinar cada cinco años
y, si fuera necesario, someterse a revisión.
El procedimiento formal para la producción de normas sigue siendo el mismo hoy en día, pero debido a la importancia que ha adquirido el ámbito internacional o europeo, cada vez se transfieren más actividades a estos comités. Los borradores se crean directamente en estos comités y ya no se basan en normas nacionales preexistentes. Una vez que se ha tomado la decisión de desarrollar una norma, el trabajo empieza directamente en uno de estos niveles supranacionales, basándose en cual- quier información disponible, comenzando a veces desde cero. Esto cambia el papel de los comités nacionales de una manera drástica.
Mientras anteriormente desarrollaban sus propias normas, de acuerdo con sus procedimientos nacionales, ahora tienen la tarea de observar, adaptar e influir sobre el trabajo a nivel supranacional a través de los expertos que trabajen en las normas, o de comentarios hechos en los diferentes niveles de la votación (dentro de CEN se detienen los proyectos nacionales si coinciden con uno similar que esté siendo elaborado a nivel europeo). Esto hace que la tarea sea incluso más complicada, puesto que la influencia sólo se ejerce de manera indirecta y la preparación de normas ergonómicas no es una cuestión científica, sino de negociación, consenso y acuerdo (pues depende de las implicaciones políticas que la norma pudiera llegar a tener). Ésta es una de las razones por las que la elaboración de una norma europea o internacional puede llegar a tardar años y no llega a reflejar los cambios más recientes en ergonomía. Las normas ergonómicas internacionales se deben examinar cada cinco años
y, si fuera necesario, someterse a revisión.
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