El académico N.A. Dollezhal, diseñador en jefe de los tubos de presión de los reactores de agua en ebullición (RBMK) utilizados en  la  central  nuclear  de  Chernobil  presentó  en  1989  su  visión personal de las causas del accidente. Su diagnóstico fue tajante, atribuyendo el accidente al hecho de que el personal no siguió los procedimientos  correctos  o  “disciplina  de  producción”.  Señaló que los abogados que investigaron el accidente habían llegado a la  misma  conclusión.  Según  su  opinión,  “el  fallo  estuvo  en  el personal y no en un error de diseño o de fabricación”. El super- visor de investigación de los RBMK corroboró esta opinión. En ningún  momento  se  consideró  la  posibilidad  de  una  falta  de adecuación ergonómica como factor causal.
Sin embargo, los operadores expresaron una opinión distinta. El supervisor de turno de la cuarta unidad, A.F. Akimov, mien- tras agonizaba en un hospital por la dosis de radiación recibida durante  el  accidente,  superior  a  1.500  rads  (R)  en  un  corto período de tiempo, seguía diciendo a sus padres que sus acciones habían sido correctas y que no entendía qué podía haber salido mal. Su insistencia reflejaba la absoluta confianza que tenía en un reactor, que se suponía totalmente seguro. Akimov aseguró que no tenía nada de qué culpar a su equipo. Los operadores estaban seguros de que sus acciones se ajustaban a las normas y en éstas ni siquiera se mencionaba la posibilidad de una explo- sión. (Curiosamente, la posibilidad de que el reactor se convir- tiera en algo peligroso bajo ciertas condiciones sólo se introdujo en las normas de seguridad después del accidente de Chernobil). Sin  embargo,  a  la  luz  de  los  problemas  de  diseño  que  se  han revelado  después,  es  muy  significativo  que  los  operarios  no pudieran  comprender  por  qué  al  introducir  las  barras  en  el núcleo se produjo tan terrible explosión, en lugar de detenerse la reacción  nuclear  como  estaba  previsto.  En  otras  palabras, actuaron “correctamente” según las instrucciones para el mante- nimiento  y  su  modelo  mental  del  sistema  del  reactor,  pero  el diseño del sistema no se ajustaba a ese modelo.
A la vista de las pérdidas humanas, seis personas (que repre- sentaban  a  la  dirección  de  la  central),  fueron  condenadas  por haber violado las normas de seguridad de instalaciones poten- cialmente  explosivas.  El  presidente  del  tribunal  señaló  que debían   reanudarse   las   investigaciones   sobre   “quienes   no tomaron  las  medidas  necesarias  para  mejorar  el  diseño  de  la central”.  También  mencionó  la  responsabilidad  de  los  altos cargos  del  departamento,  de  las  autoridades  locales  y  de  los servicios médicos. Pero, de hecho, el caso estaba cerrado. Nadie más fue declarado responsable del mayor desastre ocurrido en la historia de la tecnología nuclear.
Sin   embargo,   es   necesario   investigar   todos   los   factores causales que se combinaron para producir el desastre con el fin de  aprender  una  lección  importante  para  el  funcionamiento seguro de las plantas nucleares en el futuro.
 
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