Una decisión clave en la gestión de riesgos es la referente al riesgo  aceptable  (qué  efecto  puede  aceptarse,  si  es  que  puede aceptarse,  en  qué  porcentaje  de  la  población  trabajadora). Normalmente, aunque no siempre, esta decisión se toma en el ámbito de la política nacional y va seguida de la adopción de límites de exposición profesional y de la promulgación de regla- mentos  y  normas  sobre  la  salud  en  el  trabajo.  El  higienista industrial, que debe conocer estos requisitos legales, es el respon- sable,  normalmente,  de  definir  los  objetivos  de  control  en  el lugar  de  trabajo.  Sin  embargo,  puede  suceder  que  el  propio higienista industrial tenga que tomar decisiones sobre el riesgo aceptable en el lugar de trabajo, por ejemplo, cuando no existen normas   aplicables   o   éstas   no   abarcan   todas   las   posibles exposiciones.
Todas estas decisiones y acciones deben integrarse en un plan realista, que requiere coordinación y colaboración interdisciplinaria y multisectorial. Aunque la gestión de riesgos implica enfo- ques pragmáticos, su eficiencia debe evaluarse científicamente. Por  desgracia,  las  actividades  relacionadas  con  la  gestión  de riesgos son, en la mayoría de los casos, un término medio entre lo que debería hacerse para evitar todos los riesgos y lo mejor que se puede hacer en la práctica, considerando las limitaciones económicas y de otros tipos.
La gestión de los riesgos relacionados con el medio ambiente de  trabajo  y  con  el  medio  ambiente  en  general  debe  coordinarse; no sólo son áreas que se solapan, sino que, en la mayoría de las situaciones, el éxito de una está vinculado al éxito de otra.
 
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