El fallo en la relación usuario-máquina que provocó el accidente de Chernobil en 1986 se puede atribuir, en alguna medida, a la política de secretismo, la imposición de un monopolio informativo, que regía la comunicación tecnológica en las clases dirigentes  de  la  energía  nuclear  soviética.  Un  pequeño  grupo  de científicos e investigadores tenían el derecho a definir los principios  y  procedimientos  básicos  en  la  energía  nuclear,  un  mono- polio   protegido   por   una   política   de   secretismo.   Como consecuencia de ello, las afirmaciones de los científicos soviéticos sobre  la  absoluta  seguridad  de  las  centrales  nucleares  no  se 
pusieron en duda durante 35 años y el secretismo contribuía a ocultar la incompetencia de los encargados de la política nuclear civil.  Casualmente,  se  ha  llegado  a  saber  que  el  secretismo  se extendió también a la información relacionada con el accidente de  Three  Mile  Island;  el  personal  del  resto  de  las  centrales nucleares  soviéticas  no  fue  bien  informado  de  este  accidente. Únicamente se conocieron aquellos detalles que no contradecían la versión oficial sobre la seguridad de las centrales nucleares. Un informe sobre los aspectos de ingeniería humana en el accidente de Three Mile Island, presentado por el autor de este artículo en
1985, nunca se distribuyó a las personas relacionadas con la segu- ridad y la fiabilidad de las centrales nucleares.
Jamás se hizo público ningún accidente nuclear en la Unión Soviética, excepto los de las centrales nucleares de Armenia y Chernobil (1982), que merecieron una pequeña mención en el periódico Pravda. Al ocultar el verdadero estado del problema y no aprovechar las lecciones basadas en el análisis de accidentes, los  dirigentes  de  la  industria  nuclear  estaban  allanando  el camino para el accidente del 86 en Chernobil, a lo que favore- cieron  además  la  idea  simplificada  que  se  había  implantado sobre  las  actividades  de  los  operadores  y  la  subestimación  del riesgo implícito en el funcionamiento de las centrales nucleares. Como señaló en 1990 un miembro del Comité de Expertos Estatales sobre las Consecuencias del Accidente de Chernobil:
“Para no cometer más errores, hay que admitir y analizar todos nuestros errores anteriores. Es esencial determinar qué errores se  debieron  a  nuestra  inexperiencia  y  cuáles  se  debieron  a  un intento deliberado de esconder la verdad”.
 
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