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viernes, 11 de julio de 2008

La influencia de los factores de situación y orgánicos

Una baja activación contribuye a un rendimiento deficiente en las tareas de vigilancia. Así, el rendimiento puede mejorar gracias a factores de situación que tienden a propiciar la activación, y puede verse reducido por aquellas medidas que reducen el nivel de activación. En el equilibrio, esta generalización es correcta para el nivel de rendimiento global registrado en las tareas de vigilancia, pero los efectos sobre la disminución de la vigilancia son inexistentes, o su observación es menos fiable en los distintos tipos de manipulación de la activación.
Una forma de aumentar el nivel de activación consiste en introducir ruidos adicionales. Sin embargo, la disminución de la capacidad de vigilancia no suele verse afectada y, en relación con el rendimiento general, los resultados son poco reproduci- bles: se han observado niveles de rendimiento mejorado, invariable y reducido. Tal vez la naturaleza compleja del ruido sea importante. Por ejemplo, puede resultar afectivamente neutro o molesto; puede tener no sólo capacidad de activación, sino también de distracción. Las consecuencias de la privación de sueño, que tiene un efecto desactivante, suelen ser más constantes. Por lo general, se reduce el rendimiento en la tarea de vigilancia y se ha comprobado que aumenta el descenso de la capacidad de vigilancia. También se han observado cambios en el rendimiento de la vigilancia cuando se utilizan fármacos depresores como las benzodiazepinas o el alcohol, o estimulantes como las anfetaminas, la cafeína o la nicotina.
Las diferencias individuales son una característica apreciable del rendimiento en las tareas de vigilancia. Aunque las diferen- cias individuales no son constantes en todos los tipos de tareas de vigilancia, sí suelen conservarse en las tareas similares. El sexo y la inteligencia general tienen muy poco o ningún efecto. Con relación a la edad, el rendimiento de la vigilancia aumenta durante la infancia y empieza a decaer a partir de los sesenta años. Además hay muchas posibilidades de que una persona introvertida ofrezca un rendimiento superior al de una extrovertida.

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