Aunque es evidente que la privación de sueño produce una reducción gradual de la activación, es de esperar que los niveles de rendimiento entre lapsus estén menos afectados. Esto explica por qué el resultado de algunas pruebas de rendimiento indica una escasa influencia de la pérdida de sueño cuando las pruebas se hacen durante un período corto de tiempo. En una tarea de tiempo de reacción simple, los lapsus provocarían unos tiempos de respuesta muy prolongados, mientras el resto de los tiempos medidos no sufriría cambios. Hay que tener cuidado, por lo tanto, al interpretar los resultados de las pruebas relacionados con los efectos de la pérdida de sueño en situaciones reales.
La variación de la sensación de somnolencia durante la priva- ción de sueño está relacionada obviamente con los ritmos circadianos fisiológicos y con los períodos de lapsus. La somnolencia aumenta enormemente durante el primer período del turno de noche, pero disminuye durante las horas diurnas siguientes. Si la privación del sueño se prolonga hasta la noche siguiente, se hará muy intensa durante las horas nocturnas (Costa y cols. 1990; Matsumoto y Harada 1994). Hay momentos en los que la nece- sidad de dormir que se siente es casi irresistible; estos momentos corresponden a la aparición de lapsus y de interrupciones de las funciones cerebrales, tal y como se ha registrado en los EEG. Transcurrido un tiempo, la somnolencia parece reducirse, pero a continuación se produce otro período de lapsus. Si se pregunta a los trabajadores sobre sus sensaciones de fatiga, sin embargo, suelen mencionar unos niveles cada vez mayores de fatiga y cansancio general que persisten a lo largo del período de priva- ción del sueño y en los períodos entre lapsus. Se aprecia una ligera recuperación de los niveles subjetivos de fatiga durante el día que sigue a una noche de privación de sueño, pero la sensa- ción de fatiga aumentan considerablemente en la noche segunda
y siguientes de privación de sueño continuada.
Durante la privación del sueño, el peso del sueño por la interacción de la vigilia previa y la fase circadiana estará siempre presente en mayor o menor medida, pero la fragilidad de este estado en sujetos somnolientos también está afectada por los efectos del contexto (Dinges 1992). La somnolencia se ve afectada por la cantidad y el tipo de estímulos, por el interés que se ponga en el entorno y el significado del estímulo para un individuo en una situación de monotonía o que requiera una aten- ción constante y que pueda llevar con más facilidad a la disminución de la vigilancia y a los lapsus. Cuanto mayor sea la somnolencia fisiológica producida por la falta de sueño, más vulnerable será el individuo a la monotonía que lo rodea. La motivación y los estímulos pueden contribuir a anular este efecto ambiental, pero sólo durante un período limitado.
La variación de la sensación de somnolencia durante la priva- ción de sueño está relacionada obviamente con los ritmos circadianos fisiológicos y con los períodos de lapsus. La somnolencia aumenta enormemente durante el primer período del turno de noche, pero disminuye durante las horas diurnas siguientes. Si la privación del sueño se prolonga hasta la noche siguiente, se hará muy intensa durante las horas nocturnas (Costa y cols. 1990; Matsumoto y Harada 1994). Hay momentos en los que la nece- sidad de dormir que se siente es casi irresistible; estos momentos corresponden a la aparición de lapsus y de interrupciones de las funciones cerebrales, tal y como se ha registrado en los EEG. Transcurrido un tiempo, la somnolencia parece reducirse, pero a continuación se produce otro período de lapsus. Si se pregunta a los trabajadores sobre sus sensaciones de fatiga, sin embargo, suelen mencionar unos niveles cada vez mayores de fatiga y cansancio general que persisten a lo largo del período de priva- ción del sueño y en los períodos entre lapsus. Se aprecia una ligera recuperación de los niveles subjetivos de fatiga durante el día que sigue a una noche de privación de sueño, pero la sensa- ción de fatiga aumentan considerablemente en la noche segunda
y siguientes de privación de sueño continuada.
Durante la privación del sueño, el peso del sueño por la interacción de la vigilia previa y la fase circadiana estará siempre presente en mayor o menor medida, pero la fragilidad de este estado en sujetos somnolientos también está afectada por los efectos del contexto (Dinges 1992). La somnolencia se ve afectada por la cantidad y el tipo de estímulos, por el interés que se ponga en el entorno y el significado del estímulo para un individuo en una situación de monotonía o que requiera una aten- ción constante y que pueda llevar con más facilidad a la disminución de la vigilancia y a los lapsus. Cuanto mayor sea la somnolencia fisiológica producida por la falta de sueño, más vulnerable será el individuo a la monotonía que lo rodea. La motivación y los estímulos pueden contribuir a anular este efecto ambiental, pero sólo durante un período limitado.
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