Hornby y Clegg (1992) han desarrollado un esquema de clasificación bastante diferente de los derivados de las dimensiones presentadas hasta ahora. Basándose en un trabajo de Wall y Lischeron (1977), estos autores distinguen tres aspectos de los procesos participativos:
Posteriormente, Hornby y Clegg utilizaron estos aspectos como complemento del marco sugerido por Gowler y Legge (1978), en el que se describe las participaciones en función de dos variables organizativas, a saber, el tipo de estructura (mecánica frente a orgánica) y el tipo de proceso (estable frente a ines- table). Como este modelo incluye ciertos supuestos sobre participación y sus relaciones con la organización, no puede utilizarse para clasificar tipos generales de participación. Aquí se presenta como un intento de definir la participación en un contexto más amplio (ver Tabla 29.6). (En la última sección de este capítulo se comentará el estudio de Hornby y Clegg (1992) que también intenta demostrar los supuestos del modelo).
Una dimensión importante, normalmente no incluida en las clasificaciones de participación, es el objetivo organizativo que hay detrás de la elección de una estrategia participativa (Dachler
y Wilpert 1978). Lo más importante es que la participación puede producirse para cumplir con la norma democrática, sin tener en cuenta su influencia en la eficacia del proceso de toma de decisiones, en la calidad del resultado y en la aplicación de la decisión. Por otra parte, se puede elegir un procedimiento participativo para aprovecharse del conocimiento y experiencia de los individuos involucrados, o para asegurar la aceptación de una decisión. A menudo es difícil identificar los objetivos subyacentes en un determinado enfoque participativo y es frecuente encontrar varios objetivos a la vez, así es que esta dimensión no se puede utilizar fácilmente para clasificar la participación. Sin embargo, para entender el proceso participativo es una dimensión importante que debe tenerse en cuenta.
1. los tipos y niveles de interacciones entre las partes implicadas en una decisión
2. el flujo de información entre los participantes 3. la naturaleza y grado de influencia que las partes ejercen entre sí.
Posteriormente, Hornby y Clegg utilizaron estos aspectos como complemento del marco sugerido por Gowler y Legge (1978), en el que se describe las participaciones en función de dos variables organizativas, a saber, el tipo de estructura (mecánica frente a orgánica) y el tipo de proceso (estable frente a ines- table). Como este modelo incluye ciertos supuestos sobre participación y sus relaciones con la organización, no puede utilizarse para clasificar tipos generales de participación. Aquí se presenta como un intento de definir la participación en un contexto más amplio (ver Tabla 29.6). (En la última sección de este capítulo se comentará el estudio de Hornby y Clegg (1992) que también intenta demostrar los supuestos del modelo).
Una dimensión importante, normalmente no incluida en las clasificaciones de participación, es el objetivo organizativo que hay detrás de la elección de una estrategia participativa (Dachler
y Wilpert 1978). Lo más importante es que la participación puede producirse para cumplir con la norma democrática, sin tener en cuenta su influencia en la eficacia del proceso de toma de decisiones, en la calidad del resultado y en la aplicación de la decisión. Por otra parte, se puede elegir un procedimiento participativo para aprovecharse del conocimiento y experiencia de los individuos involucrados, o para asegurar la aceptación de una decisión. A menudo es difícil identificar los objetivos subyacentes en un determinado enfoque participativo y es frecuente encontrar varios objetivos a la vez, así es que esta dimensión no se puede utilizar fácilmente para clasificar la participación. Sin embargo, para entender el proceso participativo es una dimensión importante que debe tenerse en cuenta.
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