Las características son separables cuando las podemos cambiar sin que afecte la percepción de las otras características del objeto. La longitud de las líneas de un histograma sería un buen ejemplo. En cambio, el término características integrales se refiere a aquellas características que, al cambiarse, alteran por completo la apariencia del objeto. Por ejemplo, no se pueden cambiar las características de la boca en una representación esquemática de la cara, sin alterar todo el aspecto del dibujo. El color y el brillo son características integrales, en el sentido de que no se puede cambiar un color sin alterar al mismo tiempo la impresión de brillo. Los principios de las características integrales y separables y de las propiedades emergentes derivadas de cambios en una sola característica de un objeto, se aplican en las llamadas repre- sentaciones integradas o diagnósticas. La justificación de estas repre- sentaciones es que se integran distintos parámetros en una sola representación en lugar de mostrar los parámetros individuales, y la composición total de esta representación puede indicar lo que está mal en un sistema.
La presentación de datos en las salas de control aún refleja el concepto de que cada medición individual debe tener su propio indicador. Esta representación fragmentada de las mediciones implica que el operario debe integrar la información de los dife- rentes indicadores para diagnosticar el posible problema. Cuando sucedió el accidente de la central nuclear de Three Mile Island, entre cuarenta y cincuenta indicadores registraron algún fallo, por lo que el operario tuvo que ir integrando la informa- ción de todas esas señales para poder diagnosticar qué había ocurrido realmente. Las representaciones íntegras podrían ayudar a diagnosticar los diferentes tipos de errores, ya que combinan varias medidas en un solo patrón. Los diferentes patrones de las representaciones íntegras también pueden ayudar a diagnosticar errores específicos.
Un ejemplo típico de representación de diagnóstico, propuesto para las salas de control de las centrales nucleares, puede verse en la Figura 29.45. En ella se muestra un número de mediciones en forma de radios de igual longitud, de modo que un polígono regular representa las condiciones normales, mien- tras cualquier distorsión puede relacionarse con los diferentes problemas del proceso.
No todas las representaciones integrales son igualmente distinguibles. Por ejemplo, una correlación positiva entre las dos dimensiones de un rectángulo provoca diferencias en el tamaño, pero mantiene la misma forma. En cambio, una correlación negativa provoca diferencias en la forma y mantiene el tamaño constante. Cuando la variación de dimensiones integrantes crea una nueva forma, revela una propiedad significativa del patrón, lo que se añade a la capacidad del operario para discriminar los patrones. Las nuevas propiedades que aparecen dependerán de la identidad y disposición de las partes, pero no se pueden iden- tificar con ninguna parte individual.
Las representaciones de objetos y de configuración no son siempre beneficiosas. El mismo hecho de que sean integrales implica que las características de las variables individuales son más difíciles de percibir. Lo importante es que, por definición, las dimensiones integrales son interdependientes, lo que enmas- cara a los elementos individuales. Puede haber ocasiones en que esa situación sea inaceptable, aunque se desee aprovechar las propiedades de diagnóstico a través de patrones, típicas de la representación de objetos. Una solución podría ser un gráfico de barras tradicional. Por una parte, los gráficos de barras son fáciles de separar; y al mismo tiempo, cuando se colocan lo suficientemente juntos, las diferentes longitudes de las barras pueden constituir un patrón similar al de un objeto y útil para el diagnóstico.
Algunas representaciones de diagnóstico son mejores que otras. Su calidad depende de hasta qué punto la representación se ajusta al modelo mental de la tarea. Por ejemplo, el diagnóstico de errores, basado en las distorsiones de un polígono regular, como se ve en la Figura 29.45, puede que tenga poca relación con el campo semántico o la conceptualización de la tarea por parte del operario de la central nuclear. Las diferentes desviaciones de un polígono no se refieren de forma obvia al problema específico de la central. Así, el diseño de representación ideal es el que se basa en el modelo mental específico de la tarea. Hay que señalar que el tamaño de un rectángulo sólo es una representación útil cuando las dimensiones del producto sean la variable de interés.
Las representaciones más interesantes del objeto se basan, hoy en día, en métodos tridimensionales. Por ejemplo, una representación tridimensional del tráfico aéreo, en lugar de la representación bidimensional habitual del radar, puede ayudar al piloto a comprender mejor la posición de los otros aparatos. Este tipo de representación ha demostrado ser mucho mejor que la bidimensional, ya que sus símbolos indican si otro avión está por encima
o por debajo del que se está pilotando.
La presentación de datos en las salas de control aún refleja el concepto de que cada medición individual debe tener su propio indicador. Esta representación fragmentada de las mediciones implica que el operario debe integrar la información de los dife- rentes indicadores para diagnosticar el posible problema. Cuando sucedió el accidente de la central nuclear de Three Mile Island, entre cuarenta y cincuenta indicadores registraron algún fallo, por lo que el operario tuvo que ir integrando la informa- ción de todas esas señales para poder diagnosticar qué había ocurrido realmente. Las representaciones íntegras podrían ayudar a diagnosticar los diferentes tipos de errores, ya que combinan varias medidas en un solo patrón. Los diferentes patrones de las representaciones íntegras también pueden ayudar a diagnosticar errores específicos.
Un ejemplo típico de representación de diagnóstico, propuesto para las salas de control de las centrales nucleares, puede verse en la Figura 29.45. En ella se muestra un número de mediciones en forma de radios de igual longitud, de modo que un polígono regular representa las condiciones normales, mien- tras cualquier distorsión puede relacionarse con los diferentes problemas del proceso.
No todas las representaciones integrales son igualmente distinguibles. Por ejemplo, una correlación positiva entre las dos dimensiones de un rectángulo provoca diferencias en el tamaño, pero mantiene la misma forma. En cambio, una correlación negativa provoca diferencias en la forma y mantiene el tamaño constante. Cuando la variación de dimensiones integrantes crea una nueva forma, revela una propiedad significativa del patrón, lo que se añade a la capacidad del operario para discriminar los patrones. Las nuevas propiedades que aparecen dependerán de la identidad y disposición de las partes, pero no se pueden iden- tificar con ninguna parte individual.
Las representaciones de objetos y de configuración no son siempre beneficiosas. El mismo hecho de que sean integrales implica que las características de las variables individuales son más difíciles de percibir. Lo importante es que, por definición, las dimensiones integrales son interdependientes, lo que enmas- cara a los elementos individuales. Puede haber ocasiones en que esa situación sea inaceptable, aunque se desee aprovechar las propiedades de diagnóstico a través de patrones, típicas de la representación de objetos. Una solución podría ser un gráfico de barras tradicional. Por una parte, los gráficos de barras son fáciles de separar; y al mismo tiempo, cuando se colocan lo suficientemente juntos, las diferentes longitudes de las barras pueden constituir un patrón similar al de un objeto y útil para el diagnóstico.
Algunas representaciones de diagnóstico son mejores que otras. Su calidad depende de hasta qué punto la representación se ajusta al modelo mental de la tarea. Por ejemplo, el diagnóstico de errores, basado en las distorsiones de un polígono regular, como se ve en la Figura 29.45, puede que tenga poca relación con el campo semántico o la conceptualización de la tarea por parte del operario de la central nuclear. Las diferentes desviaciones de un polígono no se refieren de forma obvia al problema específico de la central. Así, el diseño de representación ideal es el que se basa en el modelo mental específico de la tarea. Hay que señalar que el tamaño de un rectángulo sólo es una representación útil cuando las dimensiones del producto sean la variable de interés.
Las representaciones más interesantes del objeto se basan, hoy en día, en métodos tridimensionales. Por ejemplo, una representación tridimensional del tráfico aéreo, en lugar de la representación bidimensional habitual del radar, puede ayudar al piloto a comprender mejor la posición de los otros aparatos. Este tipo de representación ha demostrado ser mucho mejor que la bidimensional, ya que sus símbolos indican si otro avión está por encima
o por debajo del que se está pilotando.
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